Hace unos meses que han cambiado los horarios laborales en esta casa. Ya no hay fines de semana, ni puentes, ni días señalados de fiesta. Ahora tenemos turnos y llevamos el calendario encima para saber los días libres. Me ha costado el cambio, a los niños también, pero a mi sobretodo. La parte positiva es que tendremos una semana libre algunos meses al año.
Y nuestro último gran cambio trata del disfrute de esos días libres. Antes hacíamos rutas con nuestra autocaravana, siempre buscando el fresco del norte o la facilidad que te dan para esa forma de viajar en Francia. Tenemos miles de buenos recuerdos y muchos rincones descubiertos.
Hasta que un rinconcito de Cantabria, en los valles pasiegos, ejerció de imán. Yo tengo raíces en el lugar, pero a los cinco nos tiene enamorados, y hace un tiempo, empezó a ejercer su atracción. Ya no tenemos la autocaravana y hace tres meses compramos una cabaña pasiega en un valle precioso, con un gran prado bordeado por un río. Lugar fascinante para absorverte de naturaleza pura, muchas excursiones por hacer y para vivir esas temporadas con otro concepto del tiempo y del consumo.
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